Wednesday, February 21, 2007

Va, a las 5.

continuara....


No, ya no continuará. Le esperé un tiempo para ver si volvía a mandar señales, a ver si arrojaba alguna botella con un papel adentro, una carta amarilla que me dijera que me extrañaba, pero me cansé de mirar el océano encrespado y gesticulante desde la proa del barco que me había montado dias atrás. Sobreviví a su ausencia, a pesar de los 10 kilos que bajé por no comer, de la mala relación que me formulé con mis amigos por el estres de la soledad, de las noches de insomnio en que las cuatro de la mañana eran las mismas que 3 de la tarde cuando usted estaba.
Aún conservaba el débil equilibrio de su recuerdo, por eso decidí comenzar a tirar costales de cemento al mar, que se los tragaba incesantemente, con mi barco fui rompiendo las olas de su mirada, sus braquets de colores y el tiempo mismo. Inmovilicé su recuerdo, así las olas comenzaron a volverse más lentas, hasta que anclado ya en la pequeña isla, saqué mi silla playera para ver su solificación por completo, ya no sería necesario ver su cuerpo en el burbujear de las manos de las olas tratando de agarrarse a la arena, ahora estaba todo contenido, con la misma forma, lo miro y no me pasa nada, ya no tengo la necesidad de reclamaciones, de esperanzas quemadas, de mañanas.
Sí, le dedicaba las últimas miradas antes de que sintiera una mano transparente llamandome por el hombro, que agradable me ofrecia una piña colada, mientras me pregunta, ¿Salimos el sábado?


Thursday, February 15, 2007

Le extraño


Pues no, que quiere que le diga, mi corazón no tiene barillas de soporte, aunque no sería mala idea ponerselas después de conocerle, porque fíjese que a veces siento que todo se me derrumba, -y no es porque me abrace, allí sí no me importaría que me quedara en los cimientos, que me cubrieran de cemento y me olvidaran, siempre y cuando sea cerca de su corazón- cuando usted no está.

Dirá que soy un exagerado, pero compréndame después de aquella noche de borrachera cuando nos fuimos de fiesta, y sin querer queriendo nos besamos, me acerqué a su oido para decirle que me gustaba la malteada de fresa, y no pude soportar sentir su mejilla junto a la mia, mientras se alzaba su desvelada boca. No se preocupe, yo sé que usted pensó que mis labios eran mis orejas, suele seguido pasar, que no era su intención besarme sino seguir platicando. Y pues vaya discurso que se echó. Le comprendí perfectamente el laberindo de soledad en el que se había perdido, donde construyó coloridas ventanas para mirar el atardecer del dia, de sus ideas, de su juventud.

Y como explicarle lo bien que me la pasé a su lado, cuando crucé mi mano sobre su pancreas, mi pecho contra su espalda, supongo que tambien sintió el sutil ardor de la esquirla del deseo, yo requetela sentí, se clavó directito en la cactasea de mi corazon, la infectó tanto que floreció en el desierto, que hoy, de nuevo habito.

Aquella noche cuando fue el farol observador de sus sueños...
(continuará...)

Thursday, February 01, 2007

Las flores secas


No hay nada, sólo un montón de hojas secas que el agua y la tierra han envejecido. Probablemente, tal vez por obra de la casualidad, fueron mis huellas las que dibujaron círculos y líneas que en conjunto parecían formar el cuerpo de una persona con figuras geométricas flacas de un lado, regordetas de otro, rayas que parecían manos, pies, dedos. No, no pueden ser mis huellas, ni los intrumentos q utilizo para limpiar, el grosor es muy pequeño, probablemente lleva allí desde que llegué y no me di cuenta.

"Hace bastante que nadie vive allí, la alberca está en mal estado, necesito que la limpie, y quite la basura que ha tapado el canal de desague".

Por un momento, cuando metía las hojas a una bolsa, me encontré con unos azulejos negruzcos, pero en vez de reconocer mis formas, sucedió cosa extraña, otros ojos, pequeños y escrutadores aparecieron, por momentos aterrados, suplicantes de ayuda, unos ojos que aún me inquietan, tan inocentes. Enseguida encontré mi reflejo, mis ojos, asombrados por leer en las formas oxidadas cosas que no existen, se encontrarón, me vi.

¿A usted le ha pasado que siente que alguien le toca, no? Lo sentí una vez, sentí como si, unos bracitos se hubieran agarrado a mis pies y desesperadamente tratasen de subir, como escalando, sí, por mi rodilla, por la pierna, lo sentía más débil cuanto más subia, hasta que se fue desvaneciendo y ya no sentí nada.


Sí, tiene razón, figuraciones mías, sí, ya voy, por cierto, encontré lo que obstruía el canal, ¿los señores que antes vivían aquí tenían hijos? Es que era sólo una pequeña pelota.