Tuesday, January 30, 2007




La cucaracha se dibujó en el cielo
no, fue un conejo, no, un oso,
no, se dibujó un barco, sí, y yo
yo era el marinero que conducía
entre aves y perros, crucé el oceano
no, yo era el ave y volé,
volé sobre el perro y sobre el barco,
ladrando al océano.

Tuesday, January 23, 2007

Luciernagas

Solo cuando es verano, la lluvia que cesa sobre el campo va despertando los espirales de un viento que revuelve la hierba en oscilaciones semejantes a las olas del mar, llamando a pequeños insectos para que floten entre la húmeda naciente y oscura de la noche.

Las sombras van abrazando con lentitud las casas cercanas, jugando partidas de ajedrez con la débil realidad que le ofrece las piezas de su juego: los muros, muebles, cuadros y fotografías, todo es desbaratado por una boca negra que lo sumerge y desvanece en su interior; desnudada la casa, lo deja tan solo a usted que va abriendo los ojos rasgados, moviendo los ágiles brazos, listo para comenzar a jugar.

Es necesario que la cantidad de luz que haya sea mínima, debe verse perdido, desubicado, lejos de casa. Comience a observar con malévola atención, escondido detrás de la hierba, el laberinto de la naturaleza, que sigilosa transpone realidades, montañas de cielo por focos de mar, el tiempo donde el tiempo no existe, donde observar se vuelve todo, para que ningún caballo gigante los aplaste, para que encuentre el tenue resplandor de las luciérnagas que ilumina parte del camino que usted debe de seguir, lacerando la oscuridad.

Ubicado el punto luminoso, usted, tirado en el mar de hierba, debe contener la respiración, saque su propia oscuridad para que pinte sus manos que se mueven detrás del insecto, cierre y abra cuidadosamente los dedos, evitando lastimarle. Trátese de grabar el trayecto que sigue la luciérnaga mientras brilla, para adivinarlo cuando se desvanezca, así cuando usted esté seguro de estar frente a ella, cierre sus manos dejando una cavidad con suficiente espacio para que el insecto se mueva. Sienta cómo camina, la presión de las patas sobre su piel, abra para ver si está brillando, si es así, abra por completo las manos, hasta que vea como nace un foco que se enciende lentamente debajo del mar. Espere a que el animal alce su caparazón y agite las alas, tome tiempo para verle iluminar a los lejos, persígale, vea que se desvanece a lo cerca. Piérdase, siéntase como un animal en la selva, en busca de un sol detrás de las montañas, que ahora son sus manos, hasta que llegue a su pupila, siéntese en ella un instante y mire el hermoso paisaje negro, bebase todas las imágenes. .

Ilumine los parpados de la bestial naturaleza, deje que la luz lastime la oscuridad del sueño y usted pueda regresar a la realidad con otra partida de ajedrez ganada. Aun si, no se le olvide, no importa cuantas veces logre ganar, no siempre la suerte estará de su lado.