Hola, disculpa, ehh... creo que eres la chava más guapa de todo el planeta. ¿Podría tomarme una foto contigo?
- Hola, ah... ya... gracias! pero, ¿para que?
- Pues... para recordarte.
Se notaba un poco nerviosa, el halago realmente la había tocado el ombligo y se le había metido en las extrañas entrañas; sonrió, con unos dientes blancos y perfectos. Las manos del viento le caracoleaban el cabello que tierno se desvanecía entre las sombras provocadas por la bugambialia greñuda de flores que nos espiaba. Miro a la cámara y su expresión cambió, perdió la espontanea ingenuidad que pensé que vi en ella, enderezó su columna y sacó más el pecho, alzó un poco la ceja y se llevó las manos al enorme cinto que se aferraba a su cintura; me hizo pensar en los cinturones que dan como trofeo a los boxeadores campeones, si, ése será su nombre, la boxeadora; porque me había golpeado con sus puños violetas y fugaces, sin guantes, sin protección, lastimando mi mandíbula. Triste mi caso, ya que desconocía que el dolor provocado sólo se podría calmar con el dulce veneno que se escurría entre su boca, entre su sonrisa vertical, con su cuerpo frio e inmovil.
Deseaba tanto quedarme al lado de ella para siempre, verla arreglarse el cabello, sonreir...
Unas vez listos, el flash nos vino como una guillotina directo a la yugular... Sentí como si me hubieran impactado en una pared, pero sin dolor. Era curiosa la luz q quedó un rato flotando en el aire, no podía ver lo que enfocaba. ¿En donde estoy? Todo era tan brillante, tan oscuro. ¿Porque no me puedo mover? Parezco... parezco una fotografía, una fotografía digital! que! como?! ¿Que soy? No! no quiero ser una fotografía conciente, no!
-¿Porque no? ¿Acaso no te gustaría estar con la chava más guapa del planeta? Tú no te preocupes, ni te muevas, y verás como rápido te acostumbras.